martes, 29 de septiembre de 2009

Seamos ejemplo

Sin lugar a dudas el momento que estamos viviendo es el más difícil para nuestra generación. Por primera vez vemos de primera mano las situaciones que en otras ocasiones sólo veíamos en televisión. Incertidumbre fiscal, disyuntivas sociales, intentos revolucionarios y otras cosas que hacen que nos sintamos inseguros ante el futuro que se avecina. El país quiere que venga alguien a resolver sus problemas, un héroe, una solución, una panacea: alguien.

No tengo dudas que ese alguien somos nosotros, que estamos llamados a promover a Cristo y la esperanza en medio de la incertidumbre. Sin embargo, me parece pertinente hacer una comparación del momento histórico que vivió Jesús con nuestra realidad. Veamos:

La gente del tiempo de Jesús estaba oprimida por el imperio romano, esparcida en su propia tierra, olvidados por los líderes religiosos y esperando encontrar alguna solución a su problema. Eran tiempos de enfermedad y en algunos casos de hambre. ¿Qué curioso verdad? Saber que no somos los únicos que han vivido momentos de dificultad nos ayuda a ver las cosas diferentes. Veamos los cuatro grupos que nos ayudan a ver las diferentes visiones de país que se presentaban como alternativa.

1. Saduceos y Herodianos - representaban el poder. Eran aliados del gobierno.
2. Fariseos - Eran la ortodoxia religiosa. Eran los legalistas que se creían más santos que los demás.
3. Esenios - Estos eran los abstencionistas. Se alejaron al desierto y se separaron de los problemas.
4. Zelotes - Creían en la revolución armada.

Jesús, llegó ante este panorama a hacer un papel totalmente distinto. ¿Cuál? En Lucas 4:18 nos dice: "El espíritu del Señor está sobre mí. Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres, me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos, A predicar el año agradable del Señor..."

Es interesante cómo Jesús nos da el ejemplo ante los momentos de crisis sociales: Llevar buenas nuevas, sanar, libertar, y predicar. No nos habla de ser ecos de las malas noticias. En todo caso debemos ser la ruta para los perdidos. Jesús era y es el mayor representante en la historia del pacifismo y la esperanza. ¿Y nosotros? ¿Acaso la gente nos ve como esa alternativa de paz? ¿Seremos los cristianos que otros quieren seguir en momentos de inseguridad? No sé.

Creo que en estos días hay muchos cristianos zelotes: Con sed de venganza. Veo muchos cristianos fariseos: con mucha letra y poca sustancia. Choco con muchos cristianos esenios: Alejados de la sociedad, como si no fuera con ellos. He hablado con algunos cristianos saduceos: atados al poder y desconectados de los de abajo.
Me hace falta ver más a Cristo entre mis hermanos. Me hace falta ver más a Cristo en sus palabras y en sus acciones. ME HACE FALTA VER PACIFICADORES. Me hace falta ver el ejemplo que no damos, las palabras que no decimos, las acciones que no tomamos...

Recapacitemos. Ante los momentos difíciles, necesitamos armarnos de Jesús.

Y tú, ¿Cuál eres?



viernes, 25 de septiembre de 2009

Un Grito de Esperanza

“Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa.” Filipenses 2:1-2


Nuestra vida está rodeada de calamidades, pruebas, luchas, tristezas y muchas cosas que no quisiéramos que formaran parte de nuestra realidad. Sin embargo, también la vida tiene muchas cosas, a mi entender más, que son positivas. La realidad es que todos nos hemos visto tentados a caer en la queja viciosa y la negatividad; a resaltar las cosas oscuras que ocurren. La palabra crisis ha sido en los últimos días como una droga a la cual muchos se han hecho viciosos, como excusa para acallar sus miedos. Tenemos que aprender a enfocar nuestras dificultades de una manera positiva. Albert Einstein decía:


“Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno... Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla.”


La palabra nos dice que nuestra fuerza debe estar concentrada en la tragedia. En el primer capítulo de Filipenses Pablo le explica a sus lectores que no se concentren en las vicisitudes que él está pasando. Nosotros no podemos rendirnos ante la tentación del desánimo. Pablo, en vez de exhortarles a la queja, les exhorta a unirse. La unidad es la respuesta.


La respuesta a los problemas colectivos es la unidad. Dios nos hace un llamado de unidad. Ante las malas noticias que se presentan en nuestro panorama puertorriqueño: unidad. Ante las injusticias: amor. Ante lo que no entendemos: esperanza.


Seamos la luz que nuestro país necesita. No nos hagamos eco de las malas noticias que ya sobran. Eso no construye. Filipenses 2:4 nos dice “no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros”. Eso significa ser revolucionario; sí, en nuestros días preocuparse por todos es ser un revolucionario. Amemos, no sólo a los que entendemos, seamos representantes del amor de Dios con aquellos que no entendemos, con los que nos parecen malos u opositores. Esa revolución, la del amor y la esperanza es la que necesitamos. Procuremos la paz, no paz como tranquilidad, sino como justicia social, amor y tolerancia.


Hace dos días se conmemoraba el Grito de Lares. Yo quiero levantar un Grito de Esperanza: un grito que conduzca a la gente a los pies de Cristo. Un Grito de Esperanza: que la gente vea en nosotros la luz en la oscuridad. Un Grito de Esperanza: que la gente entienda con nuestro testimonio que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. (Rom. 8:18)


Por nuestro país, gritemos. Por nuestros hijos, gritemos. En el nombre de Jesús gritemos. Seamos los profetas de nuestra tierra y no los agoreros del desastre.

martes, 15 de septiembre de 2009

La censura de los censurados


Ok, hablemos de censuras. Claro, roguemos a Dios que las líneas que siguen no sean censurables por aquellos censurados que les encanta censurar aunque no le gusta que los censuren, y que de paso censuran la censura. ¿Cómo? Sí, es que siempre que nos atrevemos a entrar en el campo minado de coartar, amarrar, prohibir, restringir o limitar, hay que tener cuidado. 

La historia nos ha enseñado muchas veces que las prohibiciones son peligrosas, y en muchas ocasiones no llevan a nada productivo.  Ciertamente es mejor educar, definir lo bueno y lo malo, y enseñar a nuestra juventud a discernir entre lo uno y lo otro. Sin embargo, tan peligrosas son las prohibiciones como lo es el libertinaje (que no es lo mismo que libertad y que a menudo se confunde). Entonces, ¿dónde está la raya?, ¿hasta dónde llevamos nuestros parámetros entre nuestras libertades y prohibiciones? 

La literatura que el Departamento de Educación prohibió en estos días, tiene cosas buenas y malas. Como muchas otras cosas. Pero creo que lo que está en discusión en este caso no es el contenido de las obras. Creo que la discusión importante debe girar en torno qué vamos a enseñarle a nuestros jóvenes y en qué momento. La educación debe preparar a los estudiantes para tener pensamiento crítico y tener la capacidad de abordar temas importantes y álgidos que quizás no se toquen en otros foros. No obstante, todos sabemos que no se puede, so pretexto de la educación, exponer antes de tiempo a los estudiantes a algunos temas. 

Los principales medios de comunicación del país han lanzado un ataque en contra del gobierno (y de paso hubo algunos tiros para la iglesia), en contra de la censura.  Es interesante ver cómo los medios editorializan en contra de la censura, sin mirar la propia censura que ejercen ellos. Es cierto que los gobiernos deben tener cuidado cuando censuran, pero ¿qué se censura realmente en este país? Veamos...

10 minutos de reflexión en las escuelas: censurable; tomar en cuenta a los cristianos en la opinión pública (después de todo, ellos son fanáticos): censurable; promover la discusión de la familia: censurable. 

Sin embargo, la censura de la censura sólo es censurable si se censura a los "ilustrados", a los académicos, a "los que saben". Pero callar la voz de la iglesia en los periódicos no es censura, callar la voz de la iglesia en la radio secular no es censura, callar la voz de la iglesia en las esferas legislativas no es censura, es separación de iglesia y estado, libertad de prensa, etc.

Si en pos de la "libertad" y el pensamiento crítico vamos a condenar la censura, entonces ¿por qué cuando la iglesia habla esos mismos grupos hoy "censurados" la tildan de fanática, retrógrada y quieren callar su voz? Eso... ¿no es censura? Juzgue usted.

martes, 1 de septiembre de 2009

Escasez de líderes

En nuestro país las palabras liderato y líder, como muchas otras, han sido desvirtuadas a lo largo de la Historia.

Si a eso le sumamos la división ciega de pensamiento que padece la población puertorriqueña, el problema se torna aún más grave. Los tiempos de los taínos parecen haber desaparecido, pero todos reclaman su cacique para poseer cacicazgos perdidos que no nos llevan a nada.

Sin embargo nuestro pasado no siempre ha sufrido de tales males. Sólo hace falta dar un vistazo a las páginas de nuestros libros de Historia para que encontremos gente que no tuvo que acudir a la demagogia para tener seguidores.

Cabría la oportunidad de encontrar a un representante cameral como José de Diego, un ideólogo que hoy bien podemos estudiarlo como político y como poeta.

Políticos de admirar como Luis Muñoz Rivera, Román Baldorioty de Castro, José Celso Barbosa y la lista se nos haría larga para poder nombrarlos a todos.

El buen liderato en nuestro país no ha sido exclusivo de una ideología en específico. Cabe mencionar que los tres políticos de más renombre en nuestra historia reciente profesaban ideologías distintas. Luis Muñoz Marín, Pedro Albizu Campos y Luis A. Ferré tuvieron la capacidad de mantener seguidores sin tener que reducirse a simplezas y pequeñeces.

Es necesario entonces preguntarse, ¿qué le ha ocurrido a nuestro país? ¿Dónde están los líderes? ¿Qué tienen estos pseudo-líderes que aparecen dirigiendo nuestros destinos?

Es necesario que miremos hacia atrás para no tropezarnos adelante. Nuestro país tiene insignias por todos lados, pero están escasas de contenido.

La diferencia es obvia. Pavas sin cabeza, palmas que no dan frutos, banderas que no ondean, coquíes que no cantan. Ante un país que convulsa, roguemos por una nueva generación, una que se olvide de los cacicazgos y se preocupe por la gente.

Such is life

Ya que en nuestro país la memoria es algo accesorio, sugiero dar un vistazo al pasado para ejercitar nuestra manera de ver el presente. Recientemente un funcionario de gobierno saltó a la fama por expresiones bastante antipáticas al respecto de un proyecto turístico que serviría a los ricos. Sin embargo, ¿estaban ellos inventando la rueda? Veamos…

La visión turística que practicamos hoy es producto de las gestiones modernizadoras de los años 50. Para ese momento los hoteles y la modernización de los puertos eran el paso de avance necesario para saltar al primer mundo. Nadie lo vio mal. La conversión del Viejo San Juan en la meca turística del país, dudo que se haya hecho en conversación con los residentes del lugar.

Los gobiernos tradicionalmente aplican y la gente sigue. Esa es la cucharada que nos han recetado y que nosotros hemos aceptado. Miremos a ver si los desarrollos de la Milla de Oro, los hoteles en las playas, por gobiernos de ambos partidos, han sido en conversación con la gente. No, la gente aprendió a hacer cruces debajo de insignias, a llamar y quejarse en la radio; un contrato social un poco flojo.

Entonces, ¿qué hacemos?¿adónde nos lleva la histeria colectiva de condenar a alguien que es sólo un peón? Ciertamente el hecho de que en el pasado no se hayan hecho las cosas bien no justifica seguir actuando mal. Sugiero balance. Sí, balance para el gobierno: no justifiquen más sus errores y tomen en cuenta a la gente. Balance para nosotros: convirtamos nuestra queja cultural en acciones que produzcan algo más que la queja misma.
Recordemos que nuestro presente es producto de las decisiones de aquellos que en el pasado no pensaron en las consecuencias de sus acciones. Por lo tanto nos toca a nosotros. 

Aunque supongo que como muchos tenemos por costumbre ignorar nuestra conciencia, nos iremos al Viejo San Juan a comer un mantecado de a peso, de la guagüita, nos sentaremos frente a la bahía y miraremos a los turistas que se bajan de los cruceros a comprar cosas caras. ¿Verdad que sí? Such is life…
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...