jueves, 7 de octubre de 2010

La peste del cadáver

Ya todo el mundo hurga los detalles del gran operativo del FBI que tuvo como protagonista a nuestro trasnochado país. No era que fuera algo que la gente no supiera, era que la gente convocada a hacer algo al respecto no hizo nada. Otra vez le dejamos el guiso a los federales. Sin embargo sobresale la mención de uno de los crímenes de estos ex policías: el asesinato de un individuo y su enterramiento con cal.

Es de suponer que llama la atención de todos el susodicho cadaver, aunque creo que ese no es el hecho que más nos debe importar. Las realidades que vivimos son tan crudas como los cuentos que escuchamos y esto nos desvía de lo importante: nuestro sistema está muerto. El sistema de gobierno acéfalo en que vivimos, en el que no sabemos quién realmente gobierna está muerto.

Una vez más se expone la colonia en su máxima expresión. No hemos sido capaces ni de agarrar a nuestras manzanas podridas y le relegamos esa responsabilidad a Estados Unidos. No debemos reducirnos al simplismo de decir que con la solución del estatus se resuelven todos los problemas que vivimos, pero urge hacer algo por nuestro sistema.

Es urgente porque cuando queremos mejorar la economía, dependemos. Si queremos mejorar la salud, dependemos. Si queremos mejorar el crimen, dependemos. ¿Qué sección de nuestra sociedad está realmente en nuestras manos? Ninguna.

Por esto lo que vivimos ahora es sólo la peste de algo mayor. No es este operativo. Es toda nuestra realidad social que espera a que otro le resuelva los problemas. Es el síndrome de un sistema muerto que espera a que alguien lo resucite. Mientras las soluciones radiquen en el exterior, el interior seguirá apestando.

Nuestro sistema de gobierno está muerto. Apesta y no descansa en paz. Resucitémoslo.
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