sábado, 5 de febrero de 2011

Desgaste educativo y criminalidad: por una Nueva Educación

El Ex Director General de la UNESCO, Federico Mayor Zaragoza, explicaba que en nuestros días los países "prósperos" sufren un desgaste educativo. De su análisis se desprende que entre las causas del desgaste están "la trivialización de los principios éticos, la transferencia de responsabilidades familiares a las escuelas, la cultura de la imagen y la exaltación de la violencia." Hasta para el más despistado, salta a la vista que en Puerto Rico vivimos el mismo desgaste, con las mismas causas.

El otro día un ex maestro de mi esposa,que es maestra actualmente, le daba su pronóstico de lo que le esperaba a ella en su fabulosa carrera:"no se hace uno millonario, pero pues, sobrevivimos." Su suspiro no indicaba que tenía ganas de hacerse millonario realmente, indicaba que su vida magisterial había sido de sobrevivencia, es a eso a lo que se puede aspirar en nuestro sistema educativo.

Hemos trivializado el tema de la educación olvidando que es en los salones de clase donde formamos a las futuras generaciones, las cercanas y las lejanas. Debe ser en los salones de clase donde se encuentren los padres y los maestros en vías de educar los niños y jóvenes. Sin embargo hemos convertido el salón de clases en una trajedia para todos los componentes: los maestros tratando de hacer lo mejor que pueden, los padres desentendidos y los estudiantes ignorados por un sistema que se olvidó que es en los estudiantes que está la vida de la educación.

Pienso que es necesario que se le devuelva el prestigio a la educación, que regresemos a los tiempos donde estudiar no era motivo de burla. Tenemos que devolverle a nuestros maestros el prestigio que se merecen en la sociedad: mejores salarios, más apoyo institucional, más respaldo de los padres y familias, una reestruccturación de los años de servicio, y otros factores que viabilicen un mejor ambiente laboral y educativo. Todo el dinero que los gobiernos gastan en publicidad debiera ser usado para darle publicidad a la labor de los maestros. ¿Quién si no ellos, son los que tienen a nuestros niños la mayor parte del tiempo? Por otro lado, creo que eso debiera ir acompañado de mayor educación continua y sistema de supervisión para que todos cumplan con sus deberes.

Sin embargo hemos olvidado el valor de la lectura como parte de lo fundamental en una sociedad. Debieramos instaurar como obligatorio que los padres lleven a sus hijos a centros de lectura. ¡Quitémosle el lugar privilegiado al dinero, a los cupones, al WIC, a la ropa pomposa, a los juegos de video y a démosle ese lugar a los libros! ¡Desbanquemos la cultura de la imagen, el poder, la vanidad, la atracción por la violencia, el endiosamiento de la vagancia! ¡Eseñémosle a los niños que es bueno leer, que es bueno ser un estudiante ejemplar, que es bueno tener buenas notas, no por las recompensas, sino por la satisfacción! Busquemos las causas de la deserción escolar y pongámos responsabilidad sobre los tutores de los jóvenes. El Estado debe, a toda costa, buscar, rescatar y ayudar al desertor escolar para que regrese al aula.

La criminalidad no nace por carambola. La criminalidad nace de la desigualdad, la desigualdad nace de la poca educación y de la mala distribución de los recursos. La deserción engendra la desocupación y esta a su vez promueve las malas costumbres. Si queremos menos crímenes, dejemos la demagogia y hagamos algo serio por la Educación. ¡Educación, educación, educación! Ya que hemos tocado fondo emprendamos el único camino posible: la superación.
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