viernes, 20 de mayo de 2011

A un año de ver la vida

Un año. Fue hace un año, un 20 de mayo de 2010, que tuve el privilegio de ver venir a este mundo a mi hijo Jarek. Mi esposa y yo éramos felices, pero Jarek multiplicó esa felicidad al máximo. Nuestro rubio pequeñín, sonriente y siempre simpático, transformó nuestras vidas en otra. Hace seis meses, cuando escribí Mi hijo: herencia de Dios decía que Dios nos visitó cuando nos dejó a Jarek. Hoy, mi corazón está agradecido por un año de una aventura maravillosa.

Hoy mi casa está llena de pasitos ligeros, de risas y muchas sílabas alocadas que sólo pueden culminar en abrazos y sonrisas. Este año me ha hecho ver la vida en su máxima expresión; he visto el amor como nunca antes. Este año he visto a mi esposa definir lo que es ser madre. No creo que yo hubiera podido hacer la mitad de los sacrificios que hizo ella para que Jarek creciera bien. Siempre la he amado, hoy la amo y la respeto mucho más.

Mi casa está llena de alegría. No importa cómo terminó el día anterior, mi día siempre comienza con una sonrisa de Jarek, con un ánimo incansable de jugar que me recuerda que siempre hay esperanza. Hay esperanza. Mientras mi hijo tenga vida, mientras porte alegría hay esperanza. Mi vida ha cobrado más sentido desde que él llegó.

Hoy estoy a un año de haber visto llegar la vida. A un año de haber visto a mi esposa entregar todo por él. Un año de algunas preocupaciones y muchas felicidades. ¡Gloria a Dios! ¡Que viva mi familia! ¡Que viva mi esposa! ¡Que viva Jarek! ¡Que vengan más...!

lunes, 2 de mayo de 2011

Bin Laden y la "des-justicia" de la guerra

Cuando en el 2006 las cámaras del mundo captaron el ahorcamiento de Saddam Hussein, fueron muchos los que pensaron que la guerra que tanta polémica atrajo terminaría. La verdad cinco años después es que hay más guerra y mayor destrucción en el Medio Oriente que antes. Son muchos los que esperaban con ansias el día de la venganza estadounidense por los actos terroristas del 11 de septiembre de 2001. Hoy, la celebración nacional por la muerte de un hombre nos muestra que vivimos en una cultura que glorifica la muerte como medio de justicia.

Si la injusticia tiene su clímax en la muerte y la justicia glorifica la muerte como su medio, ¿cuál es la diferencia entre ambas? El dolor causado por Al Qaeda en el 2001 provoca la sed de venganza, y no de justicia, de todas las víctimas. Justicia no es lo mismo que venganza. La venganza mueve una des-justicia que sólo da pie a mayores muertes. La sed de venganza es la que ha provocado que mueran miles de personas en una Guerra que se ha salido de proporciones. Jóvenes estadounidenses y latinoamericanos han salido a batallar a una guerra que no es de ellos y donde ellos son parte de las víctimas. Miles de civiles iraquíes, afganos, paquistaníes y de otras nacionalidades han tenido que sufrir la imprudencia de sus líderes y la sed de venganza de los occidentales.

Si se tratara de justicia podrían intervenir en países como Haití, India, China, Corea del Norte, varios países africanos y otros sectores del mundo que sufren diariamente las injusticias de algún tirano. Sin embargo se trata de una des-justicia, una justicia basada en el petróleo. Una justicia basada en el dinero que trae la intervención militar. Mientras muchos celebran la muerte de un hombre, otros se preparan para recrudecer una guerra que parece que no tiene fin.

Como Cristiano, no me puede alegrar la muerte violenta de un hombre que, aunque hizo mucho mal, era un hombre. La humanidad se destruye con la venganza. El cristiano que celebra la muerte de Bin Laden no entendió el sacrificio de Cristo, que pudiendo matarlos a todos, decidió morir por sus enemigos. ¿Será nuestra sed de venganza más grande que nuestra sed de perdón? ¿Habrá hoy más tranquilidad en el mundo que ayer? Estoy seguro que no. Estoy seguro que la Guerra traerá más guerra. Estoy seguro que como hemos visto perecer a Hussein y a Bin Laden, veremos a Gadaffi y a otros enemigos de Occidente perecer de la misma forma. Entonces, como sociedad nos alegraremos por su muerte hasta que venga la próxima, y vivamos en el mundo del ojo por ojo que profetizó Gandhi, un mundo ciego.
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