La cara del vate, fruncida, con una mezcla de
coraje y de convicción al mismo tiempo, reunía bastante el perfil de aquello
que nos falta hoy: liderato. La escena, no podría ser más incomprensible para
nuestro tiempo. El caudillo de 16 años en la gobernación y otros tantos
en la legislatura, se enfrentaba a aquellos que le habían permitido vivir en la
fortaleza por todos esos años explicándoles su retiro, su incomprensible pero
determinado retiro.
En medio de ensordecedores gritos de reclamos
de cuatro años más, de gente con coraje porque el líder aquel que había guiado
toda una generación se estaba despidiendo, el vate se enfrentaba a la decisión
más memorable y decisiva de su vida: se quedaba o le daba paso otro. Aquella
escena donde Luis Muñoz Marín discutió su retiro y dio paso a Roberto Sánchez
Vilella es una escena que nunca se ha vuelto a repetir a esa magnitud en
nuestra historia política. ¿La razón?: estamos en una bancarrota de liderato.
No cabe duda de que Muñoz tuvo sus sombras; el independentismo tiene largas
historias acerca de esto, pero nadie pone en duda su liderato.
A nadie le pasaría ni remotamente por la
cabeza que exista una multitud que le reclame a cualquiera de los dos
candidatos del PNP o del PPD si estos decidieran retirarse de la política. No
lo harían porque son inconsecuentes. No depende de ellos que pase tal o cual
cosa. No son ellos los autores de las grandes ideas, si son grandes. Necesitan
de grandes bufetes de abogados y asesores que les ayuden a articular un plan de
gobierno y a su vez que le construyan la imagen de líder. Son ellos o los que
siguen, pero da igual el nombre; todo lo que se necesita es una gran agencia
publicitaria para que se construya aquello de lo que se carece.
Y a eso nos enfrentamos el 6 de noviembre. A
la realidad de que ganará un incumbente con grandes cuestionamientos, o un
candidato que ha ido de más a menos, perdiendo la mejor oportunidad que haya
tenido candidato alguno de ganar una elección. Así la gente votará, nadie
llorará si se van, nadie les discutirá. Su insipidez es la norma, por eso hemos
votado como país. Mi esperanza es que algún día eso cambie…