jueves, 15 de marzo de 2012

La muerte de las ideas*

La profundidad de la discusión pública en los tiempos eleccionarios está basada en la necesidad de los electores de escuchar ideas. Estos a su vez estarían preparados de esta manera para emitir un voto a conciencia de por qué están votando. Nuestra realidad, desgraciadamente, dista mucho de eso.

Nuestros años eleccionarios se han convertido en una especie de “reality show” político en el cual se diseñan estrategias de exposición de candidatos, generalmente de la oposición, para que la opinión mediática ejerza su fuerza sobre el proceso electoral. Las frases mágicas, diseñadas para lograr la ilusión de una solución instantánea, y creadas por las agencias de publicidad, destapan la realidad de la falta de contenido. Desgraciadamente las masas han consumido alegremente sus campañas y eligen candidatios según la imagen.

Hemos trasladado la cultura de la imagen a la política y la administración pública, y de repente, es más importante como suene, no como es en realidad. Los políticos han identificado esto y nos han repartido de la misma medicina por demasiados años.

Quiero con esta columna levantar mi voz de protesta ante la superficialidad con que los partidos discuten nuestros temas importantes. Levanto mi voz porque creo que no podemos abdicar nuestra razón a la incompetencia y el entretenimiento. Levanto mi voz como joven puertorriqueño antes de que mueran las ideas. Antes de que nos queden solamente solgans de campaña e intentemos gobernar un país para adornar primeras planas. Levanto mi voz antes de que mis hijos tengan que consumir los temas de educación, seguridad, salud, infraestructura, y todos los asuntos importantes de la misma manera que consumen MTV., VH1, Disney Channel o cualquier otro de estos espacios.

Que no mueran las ideas, no la matemos con la superficialidad.

*Esta columna fue publicada en El Nuevo Día el 23 de marzo de 2012.

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