jueves, 23 de diciembre de 2010

La violencia que vive en mí

Jesús de Nazaret nos decía que era necesario que miráramos la viga que estaba en nuestro ojo antes de ver la paja en el ojo ajeno. Las luchas personales y colectivas son, generalmente, luchas en contra de los defectos o debilidades del oponente que están predicadas en la justicia. Sin embargo, sabidos de que no somos perfectos, debemos entender que la mejor forma de alcanzar objetivos de justicia es la paz.

La paz no es un concepto etéreo de palomas, luces y nubes blancas. La paz y la justicia nos retan primeramente a nosotros para que seamos entes de paz. No es congruente escuchar en nuestro país insultos para alcanzar la paz y la justicia. De primera mano, debemos entender que la paz nos exige el sacrificio. El reto mayor no es que los demás sepan lo que pienso acerca de la paz, sino que sepan como actúo pacíficamente.

Muchos son los que piensan, que el pacifismo denota debilidad. La concepción equivocada de la paz como aliada del ser pusilánime, cobarde y retraído, que no sabe luchar por los derechos propios y de los demás, deja ver lo equivocados que estamos como sociedad. Por el contrario, la violencia, la estridencia, los insultos, como medio de justicia, valentía y coraje nos presentan una sociedad violenta, acostumbrada a vivir por la "paz" personal y no colectiva. Hemos sido aprendices de la filosofía de la mano dura para alcanzar la estabilidad social, somos herederos de la acción violenta como medio de justicia social. Hemos aprendido que mientras más me violentan más derecho tengo de ser violento. Nos hemos equivocado.

Ni las macanas, ni los insultos, ni las piedras, ni las placas, ni las armas de fuego nos hacen más grandes, ni más valientes. Nuestro país se merece la paz. Hemos sido violentados por todas partes desde nuestros inicios y desgraciadamente nos gusta mantener la violencia como parte de nuestra cultura de vida. Nos hemos acostumbrado a los asesinatos, a los maltratos, a la música violenta, a los empujones: todo lo vemos como normal.

Somos violentos como sociedad. Reconozcamos que hemos aportado a la violencia que nos consume como sociedad. Reconozcamos la violencia que vive en nosotros. Mientras estemos enfocados en lo violento que puede ser nuestro oponente sin mirar lo violentos que podemos ser nosotros seremos parte del problema y contribuiremos para que el conflicto se perpetúe.

Hagamos de nuestro país un país de paz; la debilidad sería promover la violencia.

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